Los productores necesitan semillas de calidad de cultivares que se ajusten a su realidad y a su sistema productivo. Esta necesidad es dinámica, factores como enfermedades, insectos, malezas, cuidado del medio ambiente, entre otros, generan de forma constante una demanda de variedades mejoradas y adaptadas a ello. En los últimos años hemos visto varios ejemplos de la necesidad de disponer cultivares mejor adaptados a los sistemas de producción. Es lo que sucede, por ejemplo, desde hace cinco años con las epidemias de roya estriada en el cultivo de trigo que han impulsado una rápida renovación varietal con materiales menos susceptibles al ataque de esta enfermedad. En el mismo sentido, la irrupción del cultivo de soja a principios de siglo generó la necesidad de cultivares de trigo y cebada de ciclos más cortos para adaptarse a la nueva rotación. Más recientemente, han surgido cultivares de sorgos con tolerancia al pulgón amarillo y en forrajeras atributos superiores como mejor palatabilidad, ciclos de producción y calidad. En definitiva, son muchos los ejemplos en las especies agrícolas, forrajeras y hortícolas en los que se necesitó de nuevas variedades. Afortunadamente, el mejoramiento genético ha respondido rápidamente a las nuevas necesidades de los productores como son mayor rendimiento, menores pérdidas por la ausencia de malezas o enfermedades y mejora de la calidad en los productos finales (arroz, cebada, trigo, colza).
En INASE somos responsables de garantizar a los creadores de cultivares la propiedad intelectual de sus materiales para que puedan recuperar su inversión y continuar los procesos de mejoramiento. La obtención de una nueva variedad requiere altos niveles de inversión y en promedio, unos diez años de trabajo. El sistema de protección intelectual en nuestro país y en el mundo, promueve la innovación para desarrollar nuevos materiales y de esta forma, responde a las demandas de los productores agropecuarios, consumidores finales y de la industria. De esta manera, los agricultores uruguayos acceden a las más modernas variedades a nivel mundial. Ello es posible porque existe un sistema formal y confiable que garantiza a los mejoradores potenciar sus proyectos y a los productores disponer de variedades adaptadas a sus condiciones de producción.
Sin embargo, no es suficiente con que los nuevos cultivares estén disponibles en nuestro país, tiene que haber semilla en volumen y calidad suficiente para satisfacer la demanda. Adicionalmente, las semillas a las que acceden los productores deben conservar las características propias del cultivar creado por el mejorador. Para ello, es necesario que existan canales eficientes de multiplicación. Vale recordar que décadas atrás en nuestro país estos canales no existían, lo que generaba escasez de semillas de calidad y nulo acceso a variedades mejoradas. La creación de nuestro instituto ha permitido subsanar esta situación, dado que somos los encargados de regular la producción, comercialización, exportación e importación de semillas en nuestro país.
En este sentido, uno de los pilares para el abastecimiento de semillas de calidad es la certificación. Este proceso consiste en el control de los puntos clave de la multiplicación de semillas en campo (chacra, siembra, cultivo y cosecha), acondicionamiento (procesamiento y etiquetado), laboratorio (muestreo y análisis) y ensayos (poscontroles). El objetivo de la certificación de semillas es facilitar el acceso de los productores a los materiales creados y sostener la pureza genética en el tiempo. Otro pilar para asegurar la disponibilidad, es el control de la importación y producción nacional de semillas. Con el fin de comprobar que se producen y comercializan con la calidad genética y física que requieren los usuarios, extraemos muestras de todos los lotes de semilla importada y las conservamos durante un año en nuestro archivo. Además, constantemente monitoreamos el mercado de semillas y analizamos una parte de los lotes (análisis físico-fisiológico y molecular en laboratorio, o comprobación de la identidad varietal en campo).
Las semillas no son un insumo más, deben mantenerse vivas y sanas para asegurar el éxito en el campo. Los productores agropecuarios necesitan garantías a la hora de invertir en este material fundamental. Dar confianza a los usuarios en la compra de semillas de calidad es nuestro propósito principal y para lograrlo, la interrelación de las cadenas productivas es fundamental y base para la disponibilidad de variedades mejoradas. La historia de las últimas décadas nos ha enseñado que la creación y adopción de nuevos materiales permite enfrentar de mejor manera los problemas productivos que surgen constantemente, con el objetivo final de una producción más sustentable y rentable.